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LADY ARMITAGE

CONSEJO DE GUERRA (I PARTE)

Normalmente no suelo quedar muy a menudo con Sofía.

De hecho, lo evito tanto como es posible.

En general, suelo sentirme culpable por albergar este tipo de sentimientos hacia quien se supone que es mi mejor amiga (claro que  el sentimiento de culpa sólo dura hasta que habla), pero el verdadero motivo de que rehuya a Sofía todo lo posible no es que sea una arpía cruel y despiadada, sino el fruto de establecer un orden de prioridades: si quedara con Sofía con la asiduidad que ella pretende cuando me acusa de ser tan “independiente” (eufemismo que usa cuando quiere llamarme egoísta), tendría que dejar cualquier otro tipo de actividad para dedicarme por entero a la preparación de la cita (dejando aparte el hecho de que es imposible que mi equilibrio mental lo soportara): comer con Sofía exige una preparación previa de varios días de antelación parecida a la que imagino que deben tener las modelos de Sport Ilustrated antes de hacer la campaña de verano, con la única salvedad de que los resultados –obviamente- nunca son tan halagadores. Un pequeño matiz sin importancia. Desgraciadamente, esta vez sólo tenía un día, pero también un poderoso motivo para reunirme con Sofía pese a todo: hacía ya varios meses que me había enamorado de Richard, y consideré que mi mejor amiga debería saberlo, así que cancelé mi clase con Kyle y me dirigí hacia el lugar donde habíamos quedado con tiempo suficiente para asegurarme de que no llegaría tarde (puesto que los ataques de Sofía son impredecibles, qué menos que no darle tu misma las armas al enemigo para que te mate).

 

Cuando llegué a la cafetería donde nos habíamos citado, Sofía ya esperaba sentada. Apoyaba la barbilla en su mano izquierda frunciendo los labios en una mueca contrariada:

 

-         Siempre llegas tarde, ¡No sé cómo lo haces!- me dijo antes de darme tiempo siquiera a saludarla- .

Dirigí una mirada furtiva a mi reloj, que marcaba las dos menos cuarto:

-         He llegado quice minutos antes, Sofía.

-         Tienes el reloj atrasado- sentenció-.

A veces creo que mi mejor amiga es una viajera del tiempo directamente enviada desde las juventudes hitlerianas al presente. Eso explicaría varias cosas, como por ejemplo su obsesión con la puntualidad. Sofía enarcó una ceja con suficiencia mientras esbozaba una sonrisa cariñosa:

- Bueno, te veo muy bien…-comenzó-.

La experiencia me ha enseñado que la mayoría de las frases de Sofía constan de dos partes: nunca hay que bajar la guardia antes de llegar a la segunda.

-         …se te ve con mejor cara, ¿has engordado algo, no?. Te hacía falta, cielo. La última vez que te vi estabas más… demacrada.

(traducción simultánea):

“Se te ve con mejor cara, ¿has engordado algo, no?” –“No necesariamente has engordado…ahora, simplemente para mí ya estabas gorda antes (tú y la inmensa mayoría del mundo libre).

-“Te hacía falta, cielo”- “A nadie por encima de los 45 kilos le hace falta engordar ni un solo gramo, según mi mente de perturbada. Nunca. Jamás”

-“La última vez que te vi estabas más…demacrada”-“Digo demacrada y no delgada para resaltar que, aunque la última vez que te ví  estabas tan gorda como ahora, estabas aún más fea”

La hipótesis de los viajes en el tiempo desde las juventudes hitlerianas también explicaría su refinado talento para la tortura. Este es el tipo de frases que sólo se pueden padecer, porque no tienen contestación posible: en realidad no creo que haya engordado y, aunque así fuera, mi percepción sobre el peso corporal es ligeramente distinta a la de Sofía, quien considera que rebasar una talla infantil es estar insultantemente gorda. En el fondo, la mente de Sofía es bastante elemental: puesto que ella tiene que comprar la ropa en la sección infantil, considera el hecho de que se confeccionen tallas normales  como una afrenta personal hacia ella. Resumiendo: mi percepción es la de una persona cuerda mientras que la suya sólo es propia de una enferma mental.

Sin embargo, pese a que su intención es la de minar al contrario, al introducir que me favorece consigue que no pueda ofenderme (al menos, que no pueda exteriorizarlo como a mí me gustaría).

Hay que reconocer que Sofía tiene talento: en realidad me ha dicho que he engordado y que la última vez que nos vimos estaba fea y no puedo contestar a ninguna más que con una media sonrisa amistosa. Vale para esto, eso debo reconocérselo

-         Aunque supongo que es normal- continuó, esbozando una sonrisa sibilina- si has conocido a alguien…; debes estar muy ocupada. ¡Mira cómo has venido!

-         ¿Cómo…?

-         Pues como si te hubieras lanzado desde la cama hasta aquí- contestó con una risilla mal disimulada- aunque eso ahora se lleva, el look casual. Aunque a mí no me va mucho, pero a ti te sienta bien – concedió-

Respondí instintivamente, aún a sabiendas de que debía haberme quedado callada. Hay veces que me puede la curiosidad por ver de dónde sacará esa vez el material para continuar con su campaña de acoso y derribo. De todos modos, Sofía no ofrece demasiadas sorpresas en ese aspecto: siempre lo sacará de tu aspecto físico, sea el que sea. A eso me refería con la preparación previa digna de una modelo de Sports Ilustrated: esa mañana había ido a la peluquería y había pasado exactamente 70 minutos escogiendo la ropa que me pondría sólo por evitar en la medida de lo posible sus ataques, pero aunque hubiese venido vestida para una recepción Real hubiera conseguido introducir la misma frase o una similar. Verdaderamente, es un don.

Sofía suspiró:

-         Bueno, ¿vas a contármelo o no?

Sonreí tímidamente:

-         He conocido a otra persona –vale, técnicamente no había conocido a Richard todavía (al menos, no en el sentido convencional del término). De acuerdo, en ningún sentido del término, pero eso Sofía no tenía por qué saberlo- Aún no ha pasado nada, pero…creí que era más honesto contárselo a Víctor desde el principio.

Sofía me dirigió una larga mirada acusadora:

-         Víctor está hecho polvo-masculló-.

Lo superará- contesté, sin poder disimular mi asombro. Mientras salí con Víctor Sofía aprovechó hasta la más mínima oportunidad para hacerme saber que Víctor le parecía vulgar, predecible…y sin embargo ahora parecía que dejarle fuese un acto de crueldad extrema por mi parte. Sofía se encogió de hombros:

-         Bueno, ¿y quién es?

-         No le conoces-repuse, a la defensiva-.

Sofía esbozó una media sonrisa sarcásticas:

-         Claro que no le conozco. ¡ni siquiera sé de donde ha salido! Como no me has contado nada…

-         Es actor, como yo-comencé, ignorando el insultante modo en que Sofía enarcó su ceja derecha. Suspiré- No te había contado nada hasta ahora porque creía que era mejor llevarlo de una manera discreta, al menos de momento (“por lo menos hasta que el propio Richard lo sepa”- me dije interiormente ya que, aunque me hubiese visto forzada a confesarlo,  no dejaba de parecerme ciertamente descortés que tanto mi novio como mi mejor amiga supieran de mi amor por Richard antes que él mismo)

-         Deberías presentármelo: ¡soy tu mejor amiga!- replicó en un tono que no admitía discusión- Bueno, dime cuando voy a conocerlo.

Alcé una mirada titubeante hacia mi amiga, intentando dominar el pánico. En realidad, incluso después de la boda entre Richard y yo nunca había pensado realmente en hacerles coincidir en la misma habitación (estaba demasiado enamorada de él como para desearle eso), pero mientras Richard ni siquiera supiera de mi existencia era técnicamente imposible que ese encuentro llegara a materializarse. Sofía me miraba, expectante, exigiendo una respuesta, cuando unos pequeños golpes en el cristal de la cafetería me sacaron de mis cavilaciones. Ladeé el rostro, escudriñando el exterior de la cafetería: desde el otro lado del cristal, Kyle sonreía agitando alegremente una mano a modo de saludo. Ante la mirada estupefacta de Sofía (y antes de que pudiera hacer nada por impedirlo)  entró como una exhalación en la cafetería y avanzó con gracilidad por el pasillo central.

-         Hola, soy Kyle- sonrió, al llegar a nuestra mesa-.

Lo que faltaba.

(continuará)

4 comentarios

Aliha Sodi -

Lamento muuucho sacarlas de sus sueños humedos chicas pero el hombre en cuestion (RICHARD ARMITAGE) es HOMOSEXUAL por algo sigue SOLTERO

maría -

No te des por vencida,continúa en tu lucha.Richard cumplirá 40 el próximo agosto y hasta dónde se sigue soltero.

marce -

pense que era la unica delirante por ese hombre que tambien con solo verlo en norte y sur en la escena del tren ante margaret me perdi y desde hace dos años le tengo escritas cuatro novelas en las que yo no soy la protagonista pues me da pena el es demasiado hermoso para ponerle una chica tan comun...

pivi -

Me gusta el rumbo que va tomando la cosa!
A ver si es verdad que actualizas más a menudo que la cosa se está poniendo interesante...