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LADY ARMITAGE

HASTA JANE AUSTEN (A VECES) SE EQUIVOCA

HASTA JANE AUSTEN (A VECES) SE EQUIVOCA

Se pueden esperar muchas cosas de un hombre, pero lo que jamás hubiera esperado de un hombre que todavía no me conoce es que se atreva a serme infiel. Y eso es lo que él ha hecho.

No tiene sentido: no puede sentirse minusvalorado, ni aburrido, ni cansado de compañía ni ninguna de esas estúpidas razones que usan los hombres para justificar sus infidelidades. No puede excusarse en esas razones porque no me conoce (aún). Una relación como la nuestra tiene desventajas obvias, pero la única ventaja que se me ocurría era la de la permanencia: puesto que no sabe que estamos destinados a estar juntos, no puede hacer nada por impedirlo.

No se me ocurrió usar la lógica en sentido inverso: puesto que no sabe que debe serme fiel, puede conocer en mi ausencia a alguna persona. Sin embargo, ese argumento no me basta. Estoy demasiado irritada para que esté siquiera lejos de bastarme: puede que él no sepa (aún) que estamos enamorados, pero YO SI LO SÉ. Y hasta que encuentre el modo de hacérselo saber a él sin que me acarree una orden de alejamiento o un ingreso forzoso en cualquier unidad psiquiátrica, tengo que morderme el alma y verle pasearse del brazo de "la otra" por los estrenos.

Llevaba un año sin escribir, sintiéndome culpable por lo de Kyle...cuando el lleva quien sabe cuanto tiempo viendose con Anabel Cooper (de aquí en adelante, "aquella que no debe ser nombrada").

No quiero tomarla con ella, no era ella quien debía serme fiel. He de ser razonable y pensar con claridad y madurez. A veces me dejo llevar por ensoñaciones y me cuesta ver la realidad, pero cuando pienso en que un actor inglés al que nunca he conocido sale en un estreno de la mano de una mujer, si lo enuncio en esos términos, lo veo todo claro, aunque duela enfrentarse a la realidad: la culpa en esta ocasión es solo de él.

El no saber de mi existencia no le exime de culpa. Es más, lo agrava todo: ha tenido un año para conocerme, buscarme y enamorarme. Y voy aún más allá, si sin conocerme me humilla publicamente, ¿qué no haría conviviendo conmigo? ¿De qué tipo de hombre me he enamorado?

Está visto que ser sutil no ha funcionado. Dejé de escribir porque no quería agraviar a mi futuro marido contando la cena con Kyle, y este es el pago que recibo.

Vosotros que me leeis (me leíais hace un año, al menos) sabeis que la sinceridad y la claridad mental son los rasgos más definitorios de mi personalidad, y debeis creerme cuando os digo que, sin lugar a dudas, soy mucho más apropiada para él. Si hubiese puesto la foto, tal vez "aquella que no debe ser nombrada" estuviera ahora volcando sus amarguras en un blog anónimo mientras yo recorro el mundo (o, en su defecto, Inglaterra) del brazo de mi hombre. Y, aunque creo que no es culpa de ella, me veo en la obligación de recabar cualquier tipo de información sobre "aquella que no debe ser nombrada". A fin de neutralizarla, unicamente. Porque, en el fonfo, he de reconocer que si no me viera (dada mi condición de futura-esposa-burlada), obligada a odiar a  "aquella que no debe ser nombrada", es probable que me gustase: parece una mujer normal, no recuerdo haberla visto en ningún desfile de Victoria´s secret y, por lo que puede apreciarse en la foto, tiene edad legal para conducir y un IMC que al menos le permite menstruar (más de lo que puede decirse de la mayoría de acompañantes preadolescentes-en-modo-insecto-palo de otros actores). Me halaga ver que Richard no es un hombre superficial y, si yo no puedo tenerlo, tal vez me gustaría que una mujer como Anabel lo tuviera. Pero da la casualidad de que SÍ PUEDO.

Se acabaron las sutilezas: he sido muy paciente durante un año, he amordazado a la cabaretera que en ocasiones me invade para que no recorriese toda Inglaterra gritando: "Richard, no puedo esperar más. Tómame, soy tuya" (lo que, en el fondo, debo admitir que fué un rasgo de sentido común porque probablemente Richard sea un nombre bastante corriente en su país), he esperado como una dama a que él diera el primer paso y esto es lo que ha pasado. Tengo que admitir que el mantenimiento de los roles tradicionales fracasa estrepitosamente cuando la persona que debe dar el primer paso y tu no os conoceis. Jane Austen puede ser muy sabia pero, en casos como los míos, hay que tomar medidas más contundentes. Hasta Jane Austen (a veces) se equivoca.

Toma nota, Jane.

 

EL FIN JUSTIFICA EL MEDIO (PARTE 1)

Todo el mundo debería poder disponer en su vida de al menos un error para gastar: un error que nadie le reprochase nunca, uno que no tuviera consecuencias…simplemente, un error para poder canjearlo libremente por un acierto sin coste adicional alguno.

 

Bien, si pudiera elegir, éste sería el mío: no haberme presentado en casa de Kyle aquella tarde. Indiscutible.

Aunque si al menos me hubiera llevado tomar la decisión de irrumpir en su casa un poco más de los 15 segundos que efectivamente me llevó desde que le colgué el teléfono, podría haber evitado algunos desastres menores que, probablemente, hubieran hecho de lo que sucedió a continuación algo, si no tolerable, sí ligeramente menos bochornoso. Durante los veinte minutos que duró el trayecto en metro desde mi casa hasta la casa de Kyle contabilicé estos:

 

  1. No ponerme zapatos (en este error caí en la cuenta nada más cerrar la puerta de mi casa, pero no pude ponerle remedio debido al error número 2).
  2. No meter las llaves de casa en el bolso antes de salir y cerrar la puerta (lo que me hubiera permitido no sólo solucionar el error número 1 al instante, sino también el poder entrar en mi casa cuando volviera de hacer el mayor ridículo de mi vida en la de Kyle).
  3. No haberme maquillado esa tarde (no hubiera sido de ayuda para el hecho de haber tenido que ir por el metro en calcetines antideslizantes, pero al menos hubiera tenido mejor aspecto).

 

Para cuando dejé de hacer recuento de errores menores, estaba empujando a una anciana para colarme en el portal de Kyle.

Hasta yo tengo mis límites: por eso, en lugar de romper la luna del cristal y tomar por asalto el portal, escogí causarle lesiones leves a una octogenaria al lanzarla contra la pared para evitar que me cerrase el paso. Exactamente 32 segundos después, aporreaba la puerta de su piso como una psicópata:

 

-         ¡Kyle!- llamé, golpeando con los nudillos en la puerta con algo más de energía de la que se considera decorosa en una dama (especialmente, en una dama que está a punto de casarse con otro hombre). En realidad, golpeé su puerta con bastante más energía de la que se consideraría decorosa para nadie que no se dedicase profesionalmente a la carga y descarga de mercancías en un puerto de montaña.

 

Al otro lado de la puerta los murmullos se interrumpieron bruscamente:

-         Kyle, sé que estás ahí. ¡Abre la puerta!

 

Aunque estuve tentada de seguir insistiendo con los golpes, el pequeño corrillo de vecinos curiosos que se arremolinó a mi alrededor (capitaneado por la octogenaria a la que había arrasado en el portal) hizo que me decidiera a acelerar un poco las cosas:

-         ¡Kyle, abre la puerta!- chillé- Te he comprado la crema que me pediste, la del herpes genital. Dijiste que la necesitabas antes de que llegase tu…

 

La puerta se abrió ante mí con brusquedad:

-    ¿Podrías dejar de chillar?- siseó, lívido, asiéndome por el brazo-. Es mi hermana, a veces la dejan dar un pequeño paseo en el sanatorio mental y viene a visitarme- dijo, dirigiendo una sonrisa tensa a nuestro improvisado público mientras me empujaba hacia el interior del piso-. Ustedes disculpen.

 

Sentada rígidamente en el filo del sofá (y, para mi tranquilidad, completamente vestida) una mujer nos observaba con expresión de pavor.

-    Tal vez no sea un buen momento. Debería marcharme- dijo, incorporándose-.

-         Será un instante. En seguida estaremos solos- le sonrió Kyle-. Dime que has visto el rostro de esa mujer en una comisaría y que tiene una orden internacional de detención por asesinar gigolós en varios estados y no me enfadaré- susurró entre dientes inclinándose sobre mi oído-. Has venido por eso, ¿verdad? Porque es el único motivo que se me ocurre para justificar lo que está pasando en este momento.

 

La mujer pasó a nuestro lado aceleradamente, con la mirada hundida en el suelo:

-         Será mejor que me vaya, Kyle. Encantada- farfulló atropelladamente, mientras desaparecía cerrando la puerta tras de sí-.

 

Kyle cruzó ambos brazos sobre el pecho, escrutándome con frialdad:

-         Por qué has venido- masculló-.

-         ¿Era…ella?-acerté a preguntar-.

 

Un matiz siniestro cruzó la mirada de Kyle:

-         Si con “ella” te refieres a la única mujer que ha solicitado mis servicios desde que puse ese maldito anuncio en el periódico…sí, era “ella”. ¡Y “ella” acaba de marcharse por tu culpa!.

 

Suspiré:

-         Kyle, piénsalo. Tal vez tu hipótesis sobre el por qué he venido aquí no sea tan descabellada-improvisé-.Tal vez te he salvado la vida: ¿qué tipo de mujer pagaría por sexo?

 

Kyle pareció meditar la respuesta:

-         Supongo que mi público potencial está entre todas las mujeres mayores de edad que no pueden casarse con actores ingleses a los que ni siquiera conocen, lo que hace un total de… TODAS.

 

Resoplé pesadamente, intentando ganar algo de tiempo:

-         No conozco a ninguna mujer dispuesta a pagar por sexo.

 

Kyle alzó una ceja, críptico:

-         Lo que no conoces es a ninguna dispuesta a admitirlo-gruñó entre dientes- pero, si lo que querías era una evidencia empírica, acabas de perder la oportunidad de conocer personalmente a una de ellas. Os hubiera presentado, pero…

-         Esa no cuenta.

 

Kyle cabeceó, nervioso:

-         Has hecho sentirse mal a una pobre mujer que no tiene la culpa de tus problemas de autoestima, y todavía…

-         ¡Es una extraña, Kyle!

-         Según tengo entendido, ese es un requisito de buen gusto en mi profesión.

-         No lo entiendes-me defendí-. Acabas de meter a una completa desconocida en tu casa, alguien de quien no sabes absolutamente nada, si no llego a aparecer…

-         Tienes razón, Salia- dijo, esbozando una sonrisa tensa-. Si no llegas a aparecer en mi escalera vociferando sobre enfermedades de transmisión sexual (que, por cierto y para que quede perfectamente claro, no tengo) quién sabe lo que hubiera pasado. No, espera, yo sí que lo sé: ¡hubiera tenido mi primera clienta! Lo que hubiera supuesto mi primer cheque, y… Da igual, asumiré que no me recomendará a sus amistades y que este año recibiré una felicitación menos de Navidad. Hagamos algo, ¿quieres? Reconduzcamos esto, sólo para ahorrar tiempo. ¿Por qué lo has hecho?

 

Alcé la mirada hacia él, desafiante:

-         Porque es indignante, Kyle.

 

Kyle puso los ojos en blanco:

-         Me interesa enormemente tu concepto de la dignidad.

-         ¿Qué quieres decir con eso?-inquirí, a la defensiva-.

 

Kyle me dirigió una mirada sombría antes de contestar:

-         Quiero decir que todos somos inferiores en tu apasionante ordenación demiúrgico del mundo- masculló-. Nadie es suficientemente bueno para ti, salvo un tío que por lo que sabes de él podría ser la peor persona sobre la faz de la tierra… ¡porque ni siquiera sabes quién demonios es!

Aunque una parte de mí me instaba a defender el honor de mi futuro marido, deduje que no era el momento más adecuado para hacerlo. Kyle exhaló un hondo suspiro antes de continuar:

-         Quiero decir que yo nunca te he juzgado. Tú dices que quieres casarte con un actor inglés al que ni siquiera conoces y yo no solo no te juzgo sino que te enseño a hablar su idioma. En cambio, tú te permites venir a mi casa con toda esa soberbia, humillar a una potencial clienta y decirme que debo hacer con mi vida. Al menos yo tengo una vida REAL, o eso intento, pero…

Agaché la mirada, súbitamente avergonzada. Debí imaginar que le ofendería mi irrupción en su casa, pero ya he dicho que todo fue muy borroso. Kyle se pasó una mano por el pelo, nervioso:

-         Esto ya ha ido demasiado lejos, Salia. No quería tener que decirlo, pero me temo que no me dejas más opciones: esto no puede seguir así. Ha estado bien ser tu profesor, he visto más adaptaciones de Jane Austen de las que jamás imaginé y te estoy agradecido por ello, pero supongo que estarás de acuerdo conmigo en que, llegados a este punto, sólo podemos hacer una cosa.

Alcé tímidamente la mirada hacia él. Para mí sorpresa, Kyle estaba sonriendo:

-         Cena conmigo.

Lo miré con incredulidad:

-         ¿Eso es lo único que podemos hacer “llegados a este punto”?-inquirí, con desconfianza-.

Kyle se encogió de hombros:

-         No es lo único, pero sí lo primero. Tranquila, te prestaré unas zapatillas de deporte: obviamente te vendrán grandes, pero será preferible a bajar a cenar en calcetines. Vamos.

(Continuará)

 

EL REGALO DE CUMPLEAÑOS

EL REGALO DE CUMPLEAÑOS

Falta poco para el cumpleaños de Richard (22 de Agosto) y aún no sé que regalarle.

Puede que él no esté siendo el mejor de los prometidos posibles (después de todo, aún ni siquiera ha hecho acto de presencia...aunque teniendo en cuenta que todavía no sabe que debe casarse conmigo, no sé hasta qué punto puedo culparle por ello) pero, ¿qué tipo de prometida sería yo si no me acordase de su cumpleaños?. Después de todo, es su primer cumpleaños como mi prometido y, aunque él aún no sea consciente de ese hecho, no por ello merece quedarse sin un regalo. Puesto que no sé cuanto tiempo más va a tardar en venir a casarse conmigo tiene que ser algo no perecedero, lo que me deja casi sin opciones. Había pensado un viaje a Italia (he leido en varias entrevistas suyas que adora Italia) pero, tal y como me informó una amable señorita de atención al cliente, no es posible venderme un billete condicional. Estas fueron, a grandes rasgos sus palabras:

- No tiene sentido reservar dos billetes a Italia sin conocer la fecha de vuelo...-me informó la amable señorita de atención al cliente-  Todos los días del año salen varios vuelos en dirección a Italia, cuando sepa la fecha aproximada en la que desea realizar su viaje puede consultar las ofertas disponibles si lo desea, pero ninguna compañía aérea va a hacerle una reserva de vuelo condicional hasta que decida la fecha. Para reservar un vuelo es necesario conocer la fecha y el acompañante. Si no es imposible.

- Pero yo conozco al acompañante -maticé en una ligera variante de la verdad-

La amable señorita de atención al cliente suspiró por enésima vez al otro lado de la línea:

- Deme por favor su nombre completo y su número de DNI.

-No tengo su DNI-confesé.

Se hizo un brusco silencio. La amable señorita de atención al cliente tragó saliva:

- Puede llamar a su acompañante, preguntarselo, anotarlo y volverme a llamar. Por ese orden, por favor -masculló- no como las últimas cuatro llamadas que ha realizado.

- Es que es una sorpresa -sonreí, intentando congraciarme con la amable señorita- Verá, el billete es para mi prometido, es un regalo de cumpleaños...

- Sí, ya me lo ha comentado en las últimas cuatro llamadas -me cortó, con displicencia- Bueno, en cualquier caso, si el billete es realmente para su prometido no le será dificil averiguar su DNI-gruñó la amable señorita-.

- Si no quiere ayudarme...- repliqué, ofendida-.

Escuché una risa seca al otro lado del hilo telefónico:

- Me temo que el tipo de ayuda que usted precisa no es el que pueda prestarle una compañía aérea-siseó maliciosamente la amable señorita de atención al cliente, antes de colgar-.

Aunque me ofendió ligeramente su actitud poco colaboradora, en el fondo fué un alivio. Mi último encuentro con la cultura romana tuvo lugar durante un azaroso examen de Historia del Arte en la universidad en el que se me pedía que identificara una lámina con unas ruinas y la comentase. Tuve el valor de decir que la lámina era de El Coliseo (cuando en realidad correspondía a El Panteón) y, no contenta con eso, encima lo argumenté diciendo que lo habían reconstruido recientemente y que le habían puesto una cúpula. Realmente, me planteé en lugar de escribir mi nombre en el examen poner simplemente "lo siento" y marcharme de allí. Hubiera sido más digno.

Tal vez debería repasar un poco mis nociones sobre la cultura italiana antes de embarcarme en un viaje con Richard. No quisiera causarle una impresión equivocada.

Mientras pensaba en esto, sonó mi teléfono móvil. Miré la pantalla: "Kyle".

- Hola, ¿quién eres?-gorjeé nerviosamente, con algo más de entusiasmo del que nadie que desconociera realmente quien está al otro lado hubiese empleado-.

Kyle sonrió entre dientes:

- Soy la persona que pone en la pantalla de tu móvil-dijo- Aparece mi nombre cuando te llamo. ¿O acaso dudabas entre los muchos Kyles que conoces?. Lo comprendo, siendo un nombre tan habitual...

- He cogido el teléfono sin mirar- mentí-.

Kyle guardo silencio un instante:

- ¿Te importaría que aplazáramos la clase de hoy?-dijo al fín-. Me ha surgido un compromiso.

-¿Qué compromiso?- balbuceé, recelosa-.

Kyle sonrió nuevamente:

- ¡Tengo una clienta! Una de verdad, quiero decir, no como tu -decidí ignorar su tono despectivo. Kyle continuó hablando, con un insultante entusiasmo- Es la primera mujer que llama por el anuncio, ¡y ha concertado una cita para esta misma tarde!-dijo, con satisfacción-.

Tragué saliva con dificultad, buscando desesperadamente algo ingenioso que decir. Lamentablemente, de todas las combinaciones de palabras que podía haber escogido, tales como "es peligroso meter extraños en casa", "puede ser una psicópata", "Déjate de anuncios, ven aquí y hazme el amor desenfrenadamente" -esta última sugerida por la pequeña cabaretera que habita en mí y en ocasiones me invade- escogí esta:

- A lo mejor solo quiere que le des clases de inglés. Ya te dije que tu anuncio era muy ambigüo.

Podía intuir la sonrisa displicente de Kyle desde el otro lado de la línea:

- Entonces no te importa, ¿verdad?. Nos vemos mañana a la hora de siempre y recuperamos la clase de hoy, ¿de acuerdo?. ¡Deséame suerte!.

Lo siguiente que recuerdo después de colgar es haber cogido el bolso y precipitarme hacia la puerta de la calle. El resto es un poco borroso.

(continuará)

ÉL NO. ÉL NO. ÉL NO.

He pasado los últimos días desesperada buscando alguna fotografía mía adecuada que poder incluir en el blog. He de admitir que me costó decidirme: tenía proyectadas algunas acciones hostiles contra los guionistas de la BBC por maltratar tanto al personaje de Gisburne en esta tercera temporada de "Robin Hood", por lo que no sería buena idea que yo misma les proporcionara los datos para identificarme. Sin embargo decidí abandonar la idea al considerar que:

1. Son los actuales jefes de mi futuro marido, por lo que un enfrentamiento entre nosotros podría ser muy desagradable para todos (pondría a Richard en una situación muy incómoda en las cenas de empresa a las que acudiéramos juntos).

2. Todo lo que había pensado está penado con varios años de cárcel (algo muy inconveniente cuando una proyecta una boda cercana. En realidad, algo muy inconveniente en cualquier circunstancia).

Con tan contundente argumento, decidí olvidarme (por el momento) de provocar ningún incidente internacional y me dediqué por entero a escoger la foto que incluiría en la cabecera. Al fín y al cabo, necesito darle alguna pista a Richard. Como no sabe que está enamorado de mí (y ni siquiera sabe el aspecto que tengo como para saber que tiene que estarlo en caso de que nos conozcamos) puede acabar enamorándose de cualquiera por error.

-"¡Ni se te ocurra poner una foto tuya en Internet!" -bramó mi madre cuando le consulté su opinión acerca de cuál de las tres fotografías que previamente había preseleccionado debía escoger-.

Sonreí beatíficamente, enternecida por el pavor que supone para las madres el mundo tecnológico:

-"Si sólo es una foto, mama. No voy a poner datos personales ni nada de eso, quédate tranquila".

...aparte de los referentes a mi futuro enlace, mi nombre y profesión y, en su momento, una cuenta bancaria para los regalos de boda, pero nada más. Por suerte, me abstuve de verbalizar esta última parte.

Mi madre apretó los labios, escrutándome con una mirada fría que hacía sugerir que, aunque había en su recelo un componente de pánico, tenía poco que ver con la seguridad de internet:

-"Creo que lo mejor para tí es que conserves el anonimato"-djo al fín-.

-"Pero mamá- protesté- , ¡voy a casarme con Richard y él ni siquiera sabe qué aspecto tengo!".

Mi madre exhaló un profundo suspiro:

-"Repasa lo que has dicho, cariño: vas a casarte con Richard y él ni siquiera sabe qué aspecto tienes. ¿No te dá que pensar?"

Decidí ignorar su tono displicente, y agité frente a ella las tres fotografías que había escogido:

- "Esta me gusta"- continué, señalando una de ellas- "pero como ahora llevo flequillo no sé si se me reconocerá bien. Debería hacerme fotos nuevas, ¿verdad?".

-"¿No crees que sería mejor que no se te reconociera?" - gruñó mi madré. Alcé la mirada, confusa. ¿Por qué iba a querer eso? En  ocasiones las madres tienen comportamientos muy extraños.

Con una rapidez digna de elogio, mi madre probó una ruta alternativa:

- "¿No crees que es mejor que conserves el misterio, cielo?"-sonrió peligrosamente, mientras apilaba mecánicamente los cubiertos que había en el aparador de la cocina-" Así, cuando os conozcais, todo será nuevo".

- "Mamá, bastante desconcertante debe ser ya para Richard tener que enamorarse de mí sin conocerme como para que ni siquiera sepa identificar a la persona de quien debe enamorarse. ¡Lo mínimo que puedo hacer es facilitarle una foto!Y deja ya de recoger los cuchillos, que no es momento para hacer limpieza."

Mi madre envaró el rostro, pero continuó revisando los cajones hasta acabar vaciando  frenéticamente en una bolsa de basura la mayor parte de la cubertería.  La dejé hacer en silencio mientras veía cómo, por alguna inexplicable razón, guardaba la bolsa con los cubiertos en el trastero y cerraba con llave:

-"¿Has acabado ya con la limpieza general?"-la espeté cuando volvió a la cocina, aferrándo la llave entre las dos manos- "Porque todavía no me has dicho nada de las fotos".

Mi madre me miró con desolación:

-"Hija, no sabes nada de ese hombre. A lo mejor ya está casado y todo".

-"No, no está casado"- me apresuré a desmentir-.

Mi madre frunció el ceño:

-"Y la fuente tan acreditada de la que has extraído esa información es...,veamos. ¿La wikipedia?"

¿Quién le ha enseñado ese vocabulario? Mi madre no debería saber ni que esa página existe.¡Es una madre! ¿Qué será lo próximo, tararear las letras de las canciones de Guns and Roses?

Nota mental: vigilar de cerca las amistades de mi madre.

-"No está casado y punto"- repliqué con altivez-.

Mi madre enarcó una ceja:

-"¿Novia conocida?"-inquirió-.

-"No, no tiene novia. Incríblemente no"-contesté- "Te referías a novia aparte de lo nuestro, ¿no?"

Mi madre tomó aliento con brusquedad antes de continuar:

-"¿Y cuantos años dices que tiene mi futuro yerno?"-sonrió, retorciendo con nerviosismo la llave entre los dedos-.

-"37. Cumple 38 el 22 de Agosto"- contesté, sin comprender muy bien a donde quería llegar.

Mi madre esbozó una media sonrisa torva:

- "Recuérdame que lo felicite cuando llegue el día"- siseó- "Pero veamos: 37 años, no está casado y no tiene novia conocida. Créeme cielo, a mí no me parece tan incréble".

- "¿Qué insinúas?"-balbuceé-.

-"Hija, ese hombre es gay. Está clarísimo. No sé cómo no nos dimos cuenta antes, con todo ese cuero que le ponen en Robin Hood".

- "Eso es cosa de vestuario, mamá. Además, le favorece"- mi madre frunció los labios en una mueca de desdén. Continué- "Eso son prejuicios, mamá. ¿Sólo porque no tiene cierta edad y no está casado ya tiene que ser gay? Eso es absurdo, retrógrado y antiguo. ¡Y además es mentira!".

Me dejé caer sobre el taburete de la cocina, demasiado conmocionada para continuar con esa conversación. Richard no puede ser gay. Por lo menos, no hasta que me lo pueda confesar en persona. Sería horrible enterarte por televisión o por internet de que tu prometido es gay. Demasiado Monegasco.

-"Míralo por el lado bueno, cariño"- dijo mi madre, deteniéndose en el umbral de la puerta y lanzando una mirada conmiserativa en mi dirección- "Lo que tienes seguro es que no se casará con nadie mientras no os conozcais. En Inglaterra todavía no han aprobado el matrimonio gay, ¿no? Es más de lo que tenías seguro esta máñana".

-"No es gay"-bramé amenazadoramente-.

Por toda respuesta, mi madre aferró con más fuerza la llave del trastero y salió de la cocina.

KYLE XY (CONTINUACIÓN)

(Continuación)

Dígame- contestó con voz pastosa Kyle-.

-Kyle, soy yo- contesté. Un silencio al otro lado de la línea me indicó que, tal vez, debía ser más precisa- Salia. Ya sabes, la chica a la que das clases de inglés…

- ¿La que va a casarse con un actor inglés al que ni siquiera conoce?. Ya recuerdo- se burló-.¿Qué tal va todo? ¿Algún problema con el ordenador?.

- No, todo bien. Gracias por arreglarlo, Kyle.

-Y entonces me llamabas por…

-¿Qué tal te vendría para dar una clase?-me apresuré a preguntar-.

Kyle tardó unos segundos en responder:

-¿Ahora?-inquirió, suspicaz-.

Guarde silencio, sorprendida por el tono que había empleado- similar al que hubiera empleado si le hubiese llamado con intención de recabar su apoyo para invadir un país mediano-. Cuando marqué su número el dar una clase ahora me parecía una propuesta de lo más plausible, pero obviamente Kyle era una persona bastante extraña.

- Es sábado por la noche, Salía -aclaró Kyle, con su displicencia habitual-. Si quieres incluir otros servicios en mi contrato dilo claramente.

¡Asi que eso era, la hora!. He de confesar que ese era un detalle que no había tenido en cuenta en el momento de llamarle. He de aclarar que mi severa distorsión horaria no ha sido fruto de haber pasado durmiendo la mayor parte de la tarde, ni de visionar constantemente la escena de “Robin Hood” en la que Richard aparece sin camisa (Temporada 2, capítulo 6, titulado “El ángel de la muerte” … lo he recordado accidentalmente, no es que haya memorizado el dato…). Ni siquiera de imaginar nombres de nuestros futuros hijos o fantasear con distintos modos de concebirlos (o más exactamente, distintas variaciones dentro del mismo modo). Simplemente, creí que era más pronto.

- Todavía no necesito pagar para que un hombre quiera estar conmigo, pero te agradezco el gesto.

“No” -murmuró indignada la pequeña cabaretera que habita en mi interior y a veces me invade- “Necesitas secuestrar a un hombre que no conoce tu existencia, tal vez drogarlo para doblegar su voluntad y probablemente provocar un incidente internacional. ¡Pero pagar jamás!.”

-Estoy seguro de que cuando un hombre sabe que existes quiere estar contigo - concedió Kyle, en un acto de inusitada generosidad- ¡El problema es cuando no lo saben!. Un momento:¿de verdad que nunca lo has pensado? Eso es… humillante -concluyó Kyle-.

- Lo que es humillante es… - callé súbitamente, sacudida por una súbita revelación- Por cierto, ¿no tendrías que estar trabajando?.

Un silencio hosco se hizo al otro lado de la línea.

-No te llama nadie, ¿verdad? -comprendí.

- (…).

Suspiré:

- Kyle, ¿de verdad eres gigoló

-Por supuesto que soy gigoló -replicó indignado Kyle-  ¿por qué no iba a serlo?.

- Porque es sábado por la noche y parece que soy la única persona que te ha llamado.

- ¿Y sólo por eso no soy gigoló?- preguntó- Tu sigues siendo actriz aunque no trabajes como tal, ¿o acaso te han quitado el título?.

Tuve que sentarme antes de volver a hablar:

- ¿Me estas diciendo que eres algo así como un gigoló no practicante?. Kyle- suspiré, ligeramente desconcertada-. Me da la sensación de que te ofende que alguien pueda dudar que seas gigoló, cuando lo normal suele ser lo contrario.

- Yo tengo una perspectiva ligeramente distinta- se defendió Kyle- Si alguien duda de que pueda ser gigoló es porque duda de mi capacidad para serlo, lo que es claramente ofensivo desde cualquier punto de vista.

-¡Pero es patético!- repliqué-. Incluso ilegal: si no eres gigoló no tienes derecho a cobrarme las clases al precio al que las cobras, puesto que está claro que no estas dejando de percibir ningún ingreso por dejar de pasar esas horas conmigo. No puedes ampararte en la teoría del lucro cesante para seguir cobrándome lo que me cobras.

Kyle sonrió torvamente:

- Llegamos a un acuerdo privado -susurró. Puede que no fuera gigoló, pero no se podía negar que  tenía un talento innato para ello.

- Acabo de rescindirlo -resolví, con determinación-. A partir de ahora, te pagaré la hora como a un profesor.

-¡Pero no soy un profesor!-protestó Kyle-.

Sonreí triunfal:

- Tampoco un gigoló, salvo que puedas demostrar que alguna vez has trabajado como tal.

Kyle resopló hoscamente:

- Si es de eso de lo que se trata, nunca he trabajado como profesor.

- Entonces te pagaré menos- convine- Como a un becario. Tal vez así recupere parte del dinero que me debes.

Kyle sonrió con suficiencia:

- Asi que te debo dinero- reflexionó quedamente- ¡Un comportamiento típico de un gigoló!. 

- O de un promotor teatral -me lamenté-Kyle, resulta inquietante el que creas que tiene más prestigio social dedicarse a la prostitución que a la enseñanza. - dije-. Además, ¿Por qué pusiste el anuncio si no eras realmente un gigoló?

Desde el otro lado de la línea percibí un tenso silencio. Finalmente, Kyle comenzó a hablar:

- Quería profesionalizar un talento, por eso puse el anuncio - repuso con gravedad Kyle- aunque es cierto que de momento no he tenido demasiadas llamadas…

Me mordí el labio para evitar reírme:

- Bueno, ¿Quieres la clase o no?- replicó cortante Kyle-.

 

KYLE XY

KYLE XY

Siempre he pensado que si tuviera un hijo con Richard Armitage sería parecido a “Kyle XY” (al actor que hay debajo, claro, no al personaje). De acuerdo, estoy exagerando.
En realidad no lo he pensado siempre: sólo desde que decidí casarme con Richard (aproximadamente 10 minutos después de saber que existía). Pero desde que lo decidí, he de reconocer que es un pensamiento recurrente (perturbadoramente recurrente, me atrevería a decir): tienen rasgos similares, los dos son actores, hablan inglés, tienen los ojos azules y ninguno sabe que existo. De acuerdo, puede haber miles de personas con todos esos rasgos en común y no puedo establecer filiaciones imaginarias con todas ellas (por falta de tiempo, principalmente, porque si existen más personas con esos rasgos faciales considero un deber el conocerlas personalmente a todas), pero nadie puede negar que guardan un ligero parecido.
Cada vez que veo un capítulo de “Kyle XY” sólo soy capaz de ver al actor que le interpreta como a un futuro hijo: es inquietante, teniendo en cuenta que el actor que lo interpreta puede tener mi edad y  que seguramente ya tenga padres. Vale, es inquietante desde cualquier punto de vista. Soy consciente. Pero no puedo evitarlo, bastante me esfuerzo ya en no llamar al set de rodaje para ver si le san bien de comer y se abriga en las secuencias de exteriores.
No sé qué extraño proceso mental me hizo acordarme de Kyle en ese momento (me refiero a Kyle- irlandés), aunque es probable que el hecho de estar pensando en una serie que lleva su nombre tuviera algo que ver. Sé que un sábado por la noche no es el mejor momento del mundo para programar una clase, pero últimamente estaba dándole vueltas a la idea de que debía aprovechar mejor el tiempo si quería no acabar siendo deudora de un gigoló irlandés al que, si seguía progresando tan poco, ni siquiera podría comprender si decidía reclamarme el pago de las clases no abonadas en su lengua materna. Guiada exclusivamente por un deseo de no querer llegar al altar con deudas y no por ningún interés personal en ver a Kyle, agradecerle que finalmente consiguiera arreglar mi ordenador, exigirle que se quitara la camisa o cualquier otra motivación no lingüística, tomé la decisión de llamarle. Sólo para concertar la próxima clase y, si surgía el tema, para agradecerle lo del ordenador (lo contrario me parecería de mala educación). Sin confianzas. Estricta relación alumna/ profesor. Marqué su número de manera automática,
- Dígame- contestó con voz pastosa Kyle-.
 
(Continuará)

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO:

1. Casarme con Richard Armitage.

    Este propósito implica:

a) Conocerle

b) Seducirle.

c) Persuadirle para que me pida matrimonio.

2. Ser más constante

     Este propósito implica:

a)      Subir las entradas al blog al menos una vez a la semana y el mismo día: el LUNES.

   Sé que no he sido todo lo constante que había prometido ser en la publicación de nuevas entradas, pero ha habido un motivo de peso para ello. Como no  quiero    herir susceptibilidades ni dar pie a personas non gratas en este lugar para que publiquen ningún comentario  amparándose en su "derecho de réplica", digamos que éste es un mensaje para todos aquellos que me siguen (a excepción de aquel o aquellos con los que haya mantenido una relación sentimental previa).

Lamentablemente, mi ordenador ha sido invadido por un troyano (de hecho, estoy escribiendo desde el portatil de Kyle aprovechando que estamos dando una clase y  ha tenido que ir un momento al baño). Ese es el motivo de que, hasta ahora no haya publicado ninguna entrada nueva. No quiero acusar a nadie (a excepción de aquel o aquellos con los que haya mantenido una relación sentimental previa), únicamente quería que quienes siguen mi blog sepan que si ha estado algo parado ha sido por razones de causa mayor (sin duda, creadas por aquel o aquellos con los que haya mantenido una relación sentimental previa), no porque no tenga continuación. Kyle me ha aseguró que podría arreglarlo (y que no me cobraría por ello), aunque de eso hace casi un  mes. Podríamos decir que confío en Kyle (al menos, todo lo que se puede confiar en un gigoló irlandés que me extorsiona por darme clases de inglés) pero empiezo a albergar serias dudas de que no se haya cobrado los servicios de técnico informático vendiendo el ordenador por piezas después de arreglarlo. Supongo que esto decepcionará a algunos (en realidad, sólo a aquel o aquellos con los que haya mentenido una relación sentimental previa) pero Kyle prometió entregármelo este fín de semana, asi que el lunes podré subir una nueva entrada. Si alguien con quien haya mantenido una relación sentimental en el pasado pretendía boicotear mi futuro enlace con Richard enviándome un troyano, le comunico que ha fracasado estrepitosamente.

De modo que a aquel o aquellos con los que no haya mantenido ninguna relación sentimental previa, os espero aquí el lunes.

b) Encontrar un trabajo estable (aunque como primer paso bastaría con un trabajo).

c) Amortizar el dinero que le pago a Kyle (me refería a mejorar en sus clases)

3. No odiar a mis enemigos (a excepción de que haya mantenido una relación sentimental previa con ellos)

 

4. Aprovechar el mejor el tiempo.

     Este propósito implica:

a) Levantarme más temprano..

b) No pasarme el día buscando nombres para mis futuros hijos con Richard y haciendo combinaciones entre nuestros apellidos.

c) Salir a la calle a hacer lo que debo hacer (en lugar de vagabundear por ahí como si no tuviera casa ni una boda que planificar). Lo que implica a su vez...

d) Avanzar en los preparativos de la boda.

Resulta agotador preparar una boda sin ayuda ¡Si por lo menos Richard supiera que vamos a casarnos, podríamos repartirnos el trabajo! En cuanto nos conozcamos, tengo que recordar tener una seria conversación con él sobre el reparto equitativo de las tareas del hogar.

 

5. No robar ordenadores ajenos (en general, no robar).

 

CONSEJO DE GUERRA (DESENLACE...O ALGO PARECIDO)

Pude sentir los ojos de Sofía taladrando mi espalda mientras Kyle pasaba un brazo sobre mis hombros y comenzaba a caminar calle arriba, en un ceremonioso silencio que no encontré motivos para romper hasta que, al torcer la esquina, se separó bruscamente de mí con una sonrisa de suficiencia bailándole en la comisura de los labios:

- Creo que ya estamos fuera del campo de visión de esa arpía-musitó-

- ¿Se puede saber qué demonios has hecho?-le espeté, con los labios contraidos a causa de la ira-

Kyle ladeó el rostro ligeramente, mirándome con la misma expresión que podría haber usado en caso de que le hubiera preguntado si quería (o al menos no se oponía mediante el uso de la fuerza) mantener relaciones sexuales conmigo en medio de la vía pública mientras grababa el acontecimiento con un teléfono móvil. Anoté mentalmente el registro facial, por si acaso alguna vez me sentía inclinada a formularle esa  pregunta, cosa que no era tan improbable que sucediera si volvía  a pasarme otra vez el brazo sobre los hombros. Por suerte para su integridad física, Kyle no parecía muy dispuesto a volver a establecer la más mínima proximidad física entre nosotros. Al contrario, parecía incluso irritado.

- ¿Perdona?-inquirió, sin poder disimular cierta frustración-

- Sabes perfectamente a qué me refiero- farfullé entrecortadamente, sin saber muy bien si el motivo de mi queja era que hubiese fingido ser mi novio o que hubiese dejado de fingirlo en el segundo exacto en que salimos de la órbita gravitatoria de Sofía-: aparecer aquí, en el lugar donde he quedado con mi amiga, interpretando el rol del novio perfecto…

- Podrías limitarte a agradecérmelo-masculló entre dientes-Creí que necesitarías ayuda- Anoche cancelaste una clase para quedar con esa bruja, y creí que no te vendría mal un poco de apoyo moral. Y a juzgar por cómo me desnudaba con la mirada creo que ha salido bastante bien

- No hables así de Sofía: es mi mejor amiga-musité, intentando sonar ligeramente convincente-

Una amplia sonrisa surcó la cara de Kyle:

- Me he permitido la licencia por como hablabas de ella anoche.

Por mi mente cruzaron rápidos fogonazos de la conversación telefónica que mantuve con Kyle la noche anterior para avisarle de que tenía que cancelar la clase. No puedo asegurarlo, pero creo recordar que es posible que empleara para dirigirme a mi amiga frases como “perra perversa”, “descerebrada”, “arpía egocéntrica”…eso, antes de empezar a insultarla de manera consciente.

-         Estaba agobiada- susurré, ligeramente avergonzada-

-         ¡Deberías estar furiosa!- me increpó Kyle, deteniéndose en seco- No entiendo cómo la permites que te trate así. Y tampoco entiendo por qué intentas hacerme ver que no estás agradecida conmigo por mi brillante intervención.

Me llevó una fracción de segundo contestar:

-Ahora piensa que tú eres…que salimos juntos

Kyle enarcó una ceja:

-         ¿Tan terrible te parece que lo crea?- inquirió burlón- ¿En serio te parece tan desagradable la perspectiva?

Kyle se detuvo en seco, clavando en mí una mirada sombría

- Comprendo: lo que te molesta no es que Sofía crea que sales conmigo, sino que NO crea que sales con Richard Armitage, ¿es eso?

Escuchar esas palabras en su boca me hacía parecer una loca sicótico en lugar de una jovencita enamorada camino del altar, de modo que fruncí los labios hoscamente, negándome a responder.

Los labios de Kyle se crisparon en una sonrisa incrédula:

-         De modo que el problema es que no soy un actor al que no sólo no conoces, sino que ni siquiera sabe que existes.

-         El problema- estallé al fin- es que me has obligado a hacerle creer a Sofía algo que no es cierto: tu y yo no salimos juntos, Kyle.

“Ese es el problema” –se lamentó mentalmente la pequeña cabaretera que habita en mí y en ocasiones me invade-.

Kyle torció la sonrisa con un gesto desdeñoso:

- No creo que seas precisamente una purista de la verdad- me increpó- Te recuerdo que ni siquiera conoces al hombre con el que dices que vas a casarte: yo diría que apalabrar una boda con alguien que no sabe que va a formar parte de ella y darles la buena nueva a todos tus allegados sin que el futuro novio siquiera sospeche es algo muy parecido a mentir. Eso, sin entrar en consideraciones legales.

-         Eso no es exactamente mentir- me defendí- es anticiparme a la verdad.

Kyle se inclinó indolentemente hacia mí:

-         Creo tus amigas prefieren creer que sales con alguien real. Confía en mí-susurró, guiñándome con suficiencia un ojo-.

Si no hubiera estado demasiado ocupada sujetando a la pequeña cabaretera que me invade (especialmente, cuando Kyle anda cerca) es muy probable que me hubiese sentido ofendida ante tamaño despliegue de displicencia. Sin embargo, para cuando conseguí doblegar a la pequeña cabaretera y me disponía a replicar nuevamente a Kyle, él ya había desaparecido.